Una visión, una «Orden Negra» y la llegada del Pontífice que podría marcar el final de los tiempos.
El argentino Jorge Mario Bergoglio fue elegido el 13 de Marzo de 2013 como el Papa sucesor de Benedicto XVI. Tras el cónclave de cinco votaciones no fueron pocos los sorprendidos por la elección. Hubo, en ese momento, dos motivos que daban lugar a la sorpresa: en primer lugar, se trata del primer Pontífice hispanoamericano, el primero no europeo electo en siglos; y por otro lado, es el primer jesuita en llegar al trono del Vaticano en toda la historia.
Pero el hecho de que sea efectivamente el primero de esta orden religiosa en convertirse en pastor universal de la Iglesia Católica coincide -sorprendentemente o no- con la popular profecía de Nostradamus sobre el «Papa negro», ya que, al superior de la Compañía de Jesús se lo conoce bajo ese nombre. A la congregación toda, también se la denomina como «La Orden Negra».
El famoso profeta tuvo alguna vez la visión sobre de la llegada de un Papa de color en el siglo XXI, aquel que tendría el «dudoso privilegio» de anunciar el fin de los tiempos. Sobre este punto, hay quienes interpretan esto como el «fin del mundo»; mientras que muchos afirman que en cambio se trataría, ni más ni menos que, del «fin de la Iglesia». Nostradamus supo profetizar que tras este Papa ya no habría ningún otro y que, luego, llegaría el tan temido Apocalipsis.
La profecía de Nostradamus
Michel de Nôtre-Dame (nacido en Francia el 14 de diciembre de 1503 y fallecido el 2 de julio de 1566), fue también llamado Michel Nostradame aunque pasó a la posteridad bajo el nombre latinizado de Nostradamus. Era un boticario y un afamado y presunto maestro en el oculto «arte» de adivinar o predecir el futuro, cuyo libro más conocido aún sigue cautivando a propios y a extraños: Les Prophéties (Las Profecías), una larga serie de 942 cuartetas escritas en clave poética que -según muchos creen- predicen eventos que están por venir. El libro se publicó por primera vez en 1555 y aún sigue siendo de los más vendidos.
Dijo Nostradamus: «Al principio habrán enfermedades mortales como advertencia, luego habrán plagas, morirán muchos animales, habrán catástrofes, cambios climáticos, y finalmente empezarán las guerras e invasiones del rey negro».
Profecías de Nostradamus.
Imposible no relacionar la profecía con la aparición del coronavirus, los terremotos a repetición que azotaron Turquía y Siria; incendios naturales alrededor del planeta, y la guerra que Rusia desató contra Ucrania y que amenaza con convertirse en un conflicto bélico mundial.
Pero esta predicción también puede asociarse directamente con el nombramiento de Jorge Bergoglio como sumo Pontífice de la Iglesia porque justamente pertenece a la orden de los Jesuitas, la congregación que sin lugar a dudas fue una de las más influyentes a través de la larga historia del catolicismo y cuyo máximo representante es conocido como el «Papa Negro», un apelativo que proviene del color de las sotanas que visten tradicionalmente los miembros de la congregación y que contrasta con el color blanco históricamente utilizado en la vestimenta papal.
Hay que destacar que Bergoglio no era (al momento de ser electo) la máxima autoridad jesuítica, sino que ese cargo lo ocupó -hasta el 3 de octubre de 2016- el sacerdote Adolfo Nicolás, quien posteriormente a su muerte fuera sucedido, como XXXI Superior General de la Compañía de Jesús, por el sacerdote venezolano Arturo Sosa Abascal.
Sin embargo, su nombramiento como Papa Francisco colocó de un modo inobjetable a Bergoglio en un sitio de suma importancia y absoluta preferencia dentro de la «Orden Negra» de los jesuitas, fundada en 1540 por San Ignacio de Loyola, la misma que alguna vez fuera expulsada de América por el Vaticano, y la misma Orden que durante las últimas décadas había perdido tanta fuerza en el seno de la Iglesia.
Como fuera, los Jesuítas llegaron al poder. El «Papa Negro» aún está aquí, entre nosotros… ¿para ser último?
