El acné es una afección cutánea común que afecta al 80% de las adolescentes, y también a mujeres adultas, aunque no siempre son granitos de la misma naturaleza. Hablamos con una dermatóloga sobre ello.
La aparición del temido acné es algo que irrumpe en la adolescencia, en una proporción más que aplastante, pero que no solo se circunscribe a este periodo de nuestras vidas. Y es que también en la edad adulta, cada vez con mayor incidencia, pueden aparecer esos antiestéticos granitos blancos en la piel de nuestro rostro, que no siempre van a poder llamarse espinillas.
Para aprender a identificar estas protuberancias, y averiguar su origen y su presunto tratamiento, hemos entrevistado a la dermatóloga Cristina Schoendorff Ortega, de HM IMI Toledo.
Antes de empezar, la doctora advierte: «Aunque el acné es algo común, y que la gran parte de la población conoce, no siempre los puntos blancos que aparecen en la cara son sinónimo de esta patología. Vamos a definir las cinco posibles lesiones blancas que aparecen en el cutis y cómo debemos tratar cada una de ellas».
1. Acné: en la cara, cuello, espalda y pecho… y de leve a grave
Según comienza explicando la dermatóloga, Cristina Schoendorff Ortega, «el acné ocurre cuando los folículos pilosos se obstruyen con grasa producida por la piel y células muertas, lo que provoca la formación de granos, puntos negros, espinillas blancas o lesiones más profundas. A menudo aparece en la cara, el cuello, la espalda y el pecho, y puede variar de leve a grave».
Esta patología de la piel suele producirse por exceso de producción de grasa de las glándulas sebáceas, lo que hace que se cierren los poros junto con las células muertas que no se eliminan. Pueden asociarse a bacterias, lo cual significa una inflamación y dolor añadidos.
«Los cambios hormonales juegan un papel clave, especialmente durante la pubertad, el ciclo menstrual, el embarazo y situaciones de estrés. El aumento de hormonas como los andrógenos estimula las glándulas sebáceas, lo que incrementa la producción de sebo».
También en los casos de acné puede haber una predisposición genética, y el uso de determinados medicamentos pueden agravarlo. «El acné se muestra en forma de puntos blancos (comedones cerrados) cuando son poros obstruidos que no se oxidan y permanecen de este color. El cuidado de la piel precisa en estos casos de limpiezas faciales suaves con productos adecuados, evitando frotar o apretar estas lesiones. Solo así vamos a conseguir mejorar su apariencia».
Además de la limpieza, es imprescindible tener en cuenta otros tratamientos «como el peróxido de benzoilo, ácido salicílico, retinoides, antibióticos, anticonceptivos… cuya prescripción va a depender de la severidad del diagnóstico. Los tratamientos como peelings químicos o el láser podrían mejorar también esta patología».
2. Milium, cuando la queratina queda atrapada bajo la piel
Otros granitos blanquecinos (o amarillentos, dependiendo) que pueden hacer acto de presencia en el rostro son los denominados milium, pequeñas protuberancias blancas o amarillentas que se forman cuando la queratina (una proteína de la piel) queda atrapada debajo de la superficie de ésta.
«Los milium se presentan bajo la apariencia de pequeños quistes de 1 a 2 milímetros de tamaño, y suelen aparecer alrededor de los ojos, las mejillas y la nariz. Se producen por acumulación de células muertas, después de quemaduras solares, o exfoliaciones profundas mal realizadas. Otra posibilidad es haber usado cosméticos caducados o mal conservados, y también en muchos casos la predisposición genética».
En lo relativo al tratamiento de los milium, aunque no suelen provocar males mayores y en muchos casos desaparecen con el tiempo, hay quienes prefieren eliminarlos cuanto antes. «Es entonces cuando actúa el dermatólogo para la extracción. Otras soluciones son los exfoliantes químicos, algunos retinoides y el láser».
3. Hiperplasia sebácea, una afección cutánea benigna
La hiperplasia sebácea es una afección cutánea benigna que ocurre cuando las glándulas sebáceas de la piel se agrandan, lo que provoca la formación de pequeñas protuberancias o bultos en la piel. Estas glándulas sebáceas producen sebo, una sustancia aceitosa que mantiene la piel hidratada. Sin embargo, cuando se agrandan en exceso pueden obstruir el poro y generar unos pequeños bultos blancos que pueden confundirse con espinillas.
Estas protuberancias blancas se presentan sobre todo en áreas de la piel con una alta concentración de glándulas sebáceas, como la frente, las mejillas, la nariz y el mentón. «En cuanto a la edad, es especialmente frecuente en mujeres de mediana edad con la piel grasa, puesto que en su aparición tienen mucho que ver los cambios hormonales y también la exposición al sol».
A pesar de que esta lesión de la piel es inofensiva, su tratamiento puede llevarse a cabo a petición de la paciente por razones estéticas. «Los productos que interesan en este caso son los retinoides, electrocirugía, terapia con láser, crioterapia o peeling químico, siempre realizado por dermatólogos o médicos estéticos. Aunque no siempre pueden prevenirse con un cuidado adecuado de la piel, la protección solar o los tratamientos preventivos con retinoides pueden minimizar su aparición».
4. Siringomas, con las glándulas sudoríparas en el foco
Otra posibilidad de aspecto similar (granitos blancos o amarillentos) son los llamados siringomas, pequeñas protuberancias benignas que se desarrollan en las glándulas sudoríparas, que son responsables de la producción de sudor. Estas lesiones suelen ser inofensivas y son más comunes en mujeres jóvenes, aunque pueden aparecer en cualquier grupo de edad y género.
Como continúa contándonos la dermatóloga consultada, «aunque generalmente son rosadas o amarillentas, también pueden ser blanquecinas y aparecer en zonas con muchas glándulas sudoríparas como alrededor de los ojos, párpados inferiores, mejillas, frente, cuello, pecho, o en los genitales».
De causa desconocida, «estos granitos blanquecinos sí se asocian con factores genéticos y la actividad de las glándulas sudoríparas por cambios hormonales. También están en su objetivo las personas con piel más clara. Las siringomas no requieren tratamiento médico, pero algunas personas optan por eliminarlos por razones estéticas. Para ello se usa la electro-cauterización, el láser, crioterapia, peeling químicos o ácido glicólico, siendo este último menos eficaz».
5. Queratosis pilaris o ‘la piel de lija’
La queratosis pilaris es una afección cutánea común y benigna que se manifiesta como pequeñas protuberancias ásperas en la piel, a menudo descritas como ‘piel de gallina’ o ‘piel de lija’. «Estas protuberancias suelen ser de color carne, blancas o rojas, y suelen aparecer en áreas como la parte posterior de los brazos, los muslos, las nalgas y, en algunos casos, en el rostro».
Esta queratosis se produce por acumulación de queratina, una sustancia que en teoría debe proteger la piel, las uñas y el cabello. Lo más habitual es que esta lesión similar a las espinillas se produzca por herencia, en aquellas personas con la piel seca, así como pacientes con dermatitis atópica y en la adolescencia.
Eso sí, esta afección «suele ir mejorando con la edad, y se diferencia del acné en que puede producir picores en la zona, además de que puede surgir en los brazos, las nalgas y las mejillas». No tiene una cura definitiva, pero la queratosis pilaris «puede mejorar su apariencia si hidratamos la piel con esmero; si le proporcionamos una exfoliación suave; si usamos retinoides tópicos; evitando las duchas de larga duración con agua muy caliente; usando ropa holgada; y preocupándonos por humidificar el ambiente en el que nos encontramos».