Muchas personas conocen al himen como el tejido que se «rompería» en la primera relación sexual. Pero, ¿qué tan cierto es esto? Aquí lo aclaramos.
Pese a no tener una función biológica conocida en la anatomía femenina, al himen se le ha dado cierta importancia cultural y simbólica desde tiempos antiguos. La creencia de que es un indicativo de virginidad y que solo se rompe luego del primer encuentro sexual, es el motivo por el que muchas personas saben de su existencia. Pero ello no es del todo acertado.
Hay que saber que el tamaño, la forma y el grosor del himen varían de mujer a mujer. Al ser un tejido flexible, tiende a estirarse y adelgazarse al realizar algunas actividades cotidianas. Por eso, que se rompa, no necesariamente tendrá que ver con la actividad sexual.
¿Qué es el himen y cuál es su función?
El himen es un tejido membranoso que se localiza a unos 2 o 3 centímetros de la abertura vaginal externa. Está compuesto, en gran parte, por tejido conjuntivo, epitelio y vasos sanguíneos. Estos últimos son los que sangran cuando se desgarra.
Primero, el himen aparece en la zona del útero, hacia el quinto mes del desarrollo del feto, a partir de fragmentos de tejidos que quedan tras formarse la vagina. Durante la etapa perinatal, casi siempre en los primeros días después de nacer, la estructura se abre y forma un anillo alrededor del orificio vaginal.
No obstante, ciertas veces permanece como una membrana con uno o más orificios pequeños, que cubre solo de forma parcial la vagina. Si dicha apertura no sucede, da lugar a una afección conocida como himen imperforado.
Hasta la fecha, no se ha comprobado que el himen tenga alguna función biológica relevante. Una hipótesis planteó que su presencia podría ayudar a proteger la vagina contra infecciones, pero no hay evidencia científica para respaldar la suposición.
Tipos de himen
Lo habitual es que la forma del himen cambie con el tiempo. En la pubertad, debido al aumento de los estrógenos, se vuelve aún más elástico.
El tamaño y la forma son diferentes en cada niña. De acuerdo a sus características, es posible diferenciar entre los que son normales o típicos y los anómalos o atípicos.
Hímenes normales o típicos
A pesar de la variedad, la mayoría de las mujeres tienen formas que no son patológicas. Esto quiere decir que sus hímenes tienen orificio en el centro, hacia arriba o en la línea media.
Según esta característica, se reconocen los siguientes subtipos:
- Anular: es el himen más común. Su forma circular u ovalada tiene una abertura central que posibilita el paso del flujo menstrual.
- Labiado: llamado así porque tiene membrana a uno y otro lado, como si fuesen labios. Su orificio es alargado en la línea media.
- Semianular: también llamado falciforme o de media luna. Tiene una abertura más grande en forma de hendidura.
Hímenes anómalos o atípicos
Aquí tenemos a las variaciones inusuales en la estructura, la forma o la ubicación, que no se corresponden con los descritos como típicos. Pueden ser de origen congénito (desde el nacimiento) o adquiridos por intervenciones o condiciones médicas:
- Cribiforme: el tejido cubre la abertura de la vagina, pero contiene muchos orificios pequeños por los cuales puede fluir la menstruación. Sin embargo, imposibilita el uso de tampones o copas menstruales.
- Septado: también conocido como biperforado o tabicado, tiene un fragmento de tejido adicional que divide el orificio. Da la apariencia de dos hímenes. El flujo menstrual suele pasar sin problema, pero puede ser imposible el uso de tampones.
- Microperforado: cubre la mayor parte del orificio vaginal, con apenas una pequeña abertura que deja pasar la sangre menstrual, aunque a veces con suma dificultad. El empleo de tampones y las relaciones sexuales también resultan problemáticas.
- Imperforado: es poco frecuente, ya que se presenta, aproximadamente, en 1 de cada 1000 niñas. Ocurre cuando el tejido membranoso cubre por completo la abertura vaginal e impide el paso del flujo menstrual. En la adolescencia, esto puede generar dolor abdominal y pélvico, además de un mayor riesgo de problemas urinarios.
Dadas las dificultades que se asocian a estas variantes, se recomienda un procedimiento ambulatorio conocido como himenectomía, que tiene como objetivo eliminar cualquier exceso de tejido para dar a la abertura vaginal un tamaño adecuado. La intervención es sencilla y no suele generar complicaciones en el periodo de recuperación.
Ausencia de himen
En casos muy atípicos, las bebés pueden nacer sin himen. Se cree que ciertas alteraciones en los niveles hormonales y algunas anomalías genéticas durante el desarrollo fetal son la causa. Sin embargo, la condición no interfiere en la salud sexual o reproductiva.
¿Por qué se rompe el himen?
Es importante aclarar que, por lo general, el himen no se rompe con el primer impacto. Como es una membrana flexible, tiende a estirarse y a adelgazarse con el paso del tiempo y la práctica de varias actividades. Es decir, que atraviesa un desgaste de manera gradual.
Esta es la razón por la que su presencia como indicativo de virginidad es hoy un tema de debate. Si bien el sexo vaginal con penetración, al igual que la masturbación, pueden ocasionar su desgarro, no siempre ocurre.
Hacer ejercicio e insertar tampones también provocan su rotura. Asimismo, puede ocurrir en prácticas de gimnasia, al montar bicicleta o caballo, e incluso durante exámenes pélvicos o pruebas de Papanicolaou.
Lo cierto es que muchas mujeres ni siquiera se dan cuenta de su rotura, pues no siempre hay síntomas. Otras veces, se experimenta un leve sangrado que, según el momento, podría confundirse con la menstruación.
Considerar todo esto es muy importante. Se derriba la creencia cultural de que las mujeres deben sangrar después de su primera relación sexual como indicativo de virginidad.
¿Es posible tener relaciones sexuales y no romper el himen?
Aunque no es lo habitual, el himen puede no romperse luego de tener las primeras relaciones sexuales. Sus características flexibles, a veces, posibilitan un estiramiento durante el coito, sin que se genere el desgarro.
Si los impactos sexuales no son suficientes para remover todo el tejido himeneal, este podrá mantenerse. Incluso, hasta que la mujer dé a luz.
¿El himen puede volver a crecer después de romperse?
No. Una vez que se rompe —de manera parcial o total—, no se regenera ni vuelve a crecer como lo harían otros tejidos del cuerpo.
¿Cómo saber si tienes himen?
Muchas mujeres, en especial durante su pubertad, tienen curiosidad de saber si su himen sigue intacto. La recomendación es examinarse frente a un espejo.
El himen puede apreciarse como un fragmento de tejido en la zona inferior de la abertura vaginal. Aun así, su forma y tamaño podrían dificultar que lo encuentres. A veces, no se aprecia a simple vista, pero sigue allí, solo que está estirado.
Cabe recordar que, incluso luego de tener actividad sexual, el himen podría no romperse como tal. Aunque las primeras penetraciones generen un desgarro más notorio, podrías ver algo de la membrana alrededor del orificio vaginal.
¿Cómo cuidar el himen?
Ya sabes que la presencia o la ausencia del himen no definen la virginidad. Tampoco determinan las capacidades sexuales.
De todas maneras, si por motivos personales, culturales o religiosos te preocupa el cuidado de esta membrana, considera lo siguiente:
- Evita demasiado impacto en la zona genital: las actividades físicas y los deportes que ejercen fricción o presión en el área pueden acelerar el desgaste.
- Aprende más: infórmate sobre la anatomía del himen, sus tipos y funciones. Reconocerás qué actividades pueden desgastarlo y derribarás mitos asociados a ideas equívocas al respecto.
- Busca atención médica: si sospechas que tienes algún problema por una anomalía del himen, solicita la intervención del ginecólogo. Ya sea que sientas dificultad o dolor al usar tampones, al tener relaciones sexuales o en otras actividades; o también si tienes sangrados anormales, dolor pélvico o ausencia de la menstruación.
- Habla con tu pareja sexual: algunas mujeres no experimentan nada cuando se les rompe el himen en su primera relación. Sin embargo, otras pueden sentir dolor o molestia. Es primordial tener una comunicación abierta con la pareja y trazar límites. Si el dolor llegase a ser insoportable, lo mejor es detener el proceso y buscar atención para descartar anomalías.
El himen no es un indicador de virginidad
La falsa conexión que se la ha dado a la presencia del himen con la virginidad de la mujer dio lugar a confusiones y preocupaciones innecesarias. Es importante recalcar que esta capa delgada de tejido que rodea la abertura vaginal no tiene propósito ni función biológica conocida.
La virginidad, por su parte, es una construcción social. Que una mujer tenga himen o no, que experimente sangrado o no al tener sexo por primera vez, no serán indicativos precisos de nada.
Las creencias ya mencionadas, entre otros mitos sobre la sexualidad, hacen evidente la necesidad de mejorar la educación sexual en muchos contextos culturales. La idea de que la virginidad se pueda medir o verificar por la presencia o ausencia de un tejido es tan perjudicial como violenta.