No existe una causa clara para que se genere el hipo, pero la agitación, el estrés o consumir ciertos alimentos o bebidas, como sodas o gaseosas, lo pueden desencadenar.
Para frenarlo de forma eficaz y definitiva, es importante eliminar su causa, que podría ser la dilatación del estómago por comer demasiado o muy rápido, beber alcohol e incluso enfermedades cerebrales, como la meningitis, por ejemplo.
En un bebé recién nacido o incluso en el útero de la madre, el hipo puede ser causado porque el diafragma y los músculos respiratorios aún se están desarrollando, además de que el reflujo es muy común después de iniciar la lactancia.
Algunas formas populares de detenerlo son:
– Beber un vaso de agua con hielo o chupar un trozo de hielo estimula el nervio vago, ayudando a frenarlo.
– Ponerse una compresa fría en la cara ayuda a controlar la respiración, deteniendo el hipo.
– Aguantar la respiración el mayor tiempo posible, de 10 a 20 segundos por ejemplo, o respirar dentro de una bolsa de papel aumenta los niveles de CO2 en sangre, estimulando el sistema nervioso.
– Respirar profunda y lentamente inhalar y exhalar aire lentamente contando hasta cinco, ayuda a trabajar el diafragma y los músculos respiratorios, poniendo fin al hipo.
– Asustarse libera adrenalina que interfiere con la función cerebral y estimula los nervios musculares.
– Abrazar las rodillas comprime el pecho y el diafragma, que es el músculo respiratorio, cambiando la frecuencia respiratoria. Sentate, incliná el torso hacia las piernas y rodeá las piernas con los brazos, con las manos detrás de las rodillas.
– Recreá movimientos de estornudo ayuda a que el diafragma vuelva a funcionar correctamente, indica el portal La Plata.
– Tomar un poco de agua con el torso inclinado hacia adelante o boca abajo ayuda a relajar el diafragma y detener el hipo.
– Cubrirse la nariz y obligarse a exhalar contrayendo el pecho, lo que se llama maniobra de Valsalva, es otra forma de estimular los nervios del pecho.
– Comer una cucharada de azúcar miel, limón, jengibre o vinagre estimula las papilas gustativas, sobrecarga los nervios de la boca y ocupa el cerebro con otros estímulos, relajando el diafragma.