Jamie Evans y Sara Davies, miembros del Centro de Investigación de Finanzas Personales de la Universidad de Bristol, han publicado recientemente el estudio que llevaron a cabo para comprender cómo el hábito de ahorrar influye en el bienestar.
Las conclusiones son las que se esperaban. Existe una relación directa positiva entra el ahorro y la salud mental. Las personas con mayor nivel de ahorros tienden a estar menos ansiosas, a tener mayor seguridad y a estar más satisfechas con la vida, lo que se traduce en un mayor optimismo hacia al futuro, en un sueño de mayor calidad y en los consiguientes beneficios para la salud que esto conlleva.
Otros hábitos para dormir bien según la ciencia
Tener un horario de sueño regular: acostarse y despertarse siempre a la misma hora, incluso fines de semana, ayuda a regular el reloj biológico del cuerpo, el cual se prepara para el descanso de forma automática a la hora asignada.
Realizar algún tipo de ejercicio físico: es aconsejable tener una actividad física regular a lo largo del día, evitando hacer deporte en las horas antes de irse a dormir.
Evitar los dispositivos con pantalla de luz azul: al menos una hora antes de irse a dormir se aconseja no estar expuesto a pantallas de este tipo ya que interfiere en la melatonina, hormona reguladora del sueño.
Controlar la ingesta de comidas pesadas: cenar alimentos sanos, evitando comidas con alto contenido en grasa e hidratos de carbono, así como la ingesta de alcohol y cafeína es lo más recomendable para propiciar un sueño adecuado.
Gestionar el estrés: a través de prácticas relajantes, como el yoga, la meditación o las respiraciones profundas, se puede reducir el nivel de ansiedad y estrés, principales causas de insomnio.
Crear una ambiente propicio para dormir: normalmente se concilia mejor el sueño en ambientes oscuros, frescos y sin ruidos. Usar tapones para los oídos y cortinas opacas (o un antifaz que evite la luz) son prácticas recomendadas.
Llevar a cabo una rutina relajante antes de dormir: darse una ducha o un baño de agua caliente, leer un libro, ponerse música suave o ruido blanco de fondo y hacerlo todos los días de forma habitual acostumbra al cuerpo y lo prepara para el sueño.
Evitar las siestas: especialmente si se tienen problemas para conciliar el sueño por la noche, echarse una o más siestas a lo largo del día es contraproducente, sobre todo si superan los 20-30 minutos de duración.
El impacto de ahorro en la calidad del sueño es más significativo en adultos en edad de trabajar con ingresos bajos. Solo un 40% de las personas no ahorradoras que se encuentran en el grupo con ingresos más bajos de la sociedad británica están satisfechas con su vida, frente a un 53% de los ahorradores regulares que cuentan con el mismo nivel de ingresos.
El estudio también concluye que el ahorro evita el endeudamiento, previene de dificultades económicas, aumenta la resiliencia financiera y facilita el cumplimiento de metas personales y profesionales.
Las personas que ahorraron durante al menos 2 de los 6 años que duró el estudio eran un 33% menos propensas a acumular deudas superiores al 10% de sus ingresos. Por otro lado, el 12% de los que no han ahorrado en los últimos 10 años estaban atrasados en el pago de sus facturas, mientras que solo el 2% de los que ahorraron de forma habitual lo estaban.
Un 82% de los jóvenes que ahorraron de forma regular lograron ser propietarios de una vivienda en un plazo de 10 años, en comparación con solo un 15% de jóvenes propietarios que no ahorraron para la compra.
Se estima que solo 6 de cada 10 personas son capaces de ahorrar una parte de sus ingresos, a pesar de los estragos de la inflación que repercute en un aumento de la facturas y de la cesta de la compra. Y es que, tal y como afirman los autores del estudio, lo que mejora la resiliencia financiera y repercute positivamente al bienestar es el hábito de ahorro, no la cantidad ahorrada.
Evans y Davies estudiaron los hábitos de ahorro de diferentes grupos en diferentes rangos de edad durante 6 años, e integraron una gran cantidad de literatura académica sobre la relación de ahorro y bienestar, además de los resultados de diversos estudios relacionados anteriores, incluyendo el denominado Undestanding Society, el cual hizo un seguimiento del ahorro realizado por un grupo de personas durante un periodo de 10 años.
Trucos realmente efectivos para ahorrar
Llevar un control férreo de todos los gastos: la mayoría de personas desconoce a ciencia cierta qué partidas le generan más gastos a final de mes y cuáles son sus «gastos hormiga». Existen apps que permiten registrar los gastos dividiéndolos en categorías, lo que permite llevar a cabo un análisis a final de mes para reajustar y eliminar gastos innecesarios.
Repostar en la gasolinera más barata: el precio de la gasolina fluctúa mucho y varía enormemente entre unas gasolineras y otras. Existen aplicaciones móviles como GMB (Gasolinera Más Barata) que ofrecen los precios actualizados diariamente y la ubicación en el mapa de cada gasolinera. Este gesto puede ahorrar unos cientos de euros a final de año.
Hacer la compra semanalmente: elaborar un menú semanal para toda la familia es sencillo y permite comprar exactamente lo necesario, evitando los caprichos. Además, también ayuda a reducir los desperdicios de comida caducada.
Llevarse la comida al trabajo: esta es una labor que conlleva algo de trabajo extra en casa, pero es de las que más dinero permite ahorrar a final de mes.
Evitar pagar por cosas que pueden ser gratis: puede sonar obvio, pero se invierte bastante dinero en productos que se pueden tener gratis, como el agua embotellada, las comisiones de las tarjetas o de las cuentas bancarias… Solo hay que analizar y llevar a cabo las acciones necesarias para evitar estos gastos.
Hacer retos de ahorro: meter en una hucha 1€ cada día (o la cantidad que se quiera), o apartar de forma automática cierta cantidad de dinero cada mes y enviarla a una cuenta de ahorro… Las opciones son muchas y puede hacerse como un juego entre miembros de la familia para avivar el disfrute de ahorrar.
Comparar establecimientos por calidad-precio: conocer los precios de los productos que se compran habitualmente en diferentes establecimientos y saber qué tipos de productos tienen mejor calidad es esencial para establecer una rutina de compra óptima. Es mejor acudir a 3-4 supermercados cercanos para comprar en función de su calidad-precio que optar por el más caro solo por asegurar calidad (cosa que es bastante subjetiva).
Cancelar suscripciones que no se usan: plataformas de música, de streaming, el gimnasio…, son muchos los servicios que se pagan sin ser apenas usados. Hay que revisar estos gastos y cancelarlos si son prescindibles.
Incluso en condiciones complejas en las que factores como la acumulación previa de ahorros y situaciones personales agravantes y atenuantes podían interferir en los resultados, las conclusiones de la investigación son claras: ahorrar supone un aumento del bienestar y no hacerlo supone un detrimento.
Pero, según recoge el estudio, el ahorro no es la variable que mayor impacto tiene en la satisfacción y bienestar de los individuos estudiados. En la lista de acontecimientos principales, por delante del ahorro, que influyen en la salud mental y en el descanso de la población británica, se encuentran la pérdida de empleo; la pérdida de un ser querido; casarse, divorciarse o separarse; el nacimiento de un hijo; mudarse a una nueva casa, comprar un propiedad o pagar la hipoteca; sufrir una enfermedad crónica o tener una discapacidad.
Durante el 1º trimestre de 2024 la tasa de ahorro de los hogares españoles estaba en un 6,2% de su renta disponible bruta, lo que supone un 83% más que el mismo periodo de 2023, aunque se prevé un caída de la tasa provocada por un crecimiento del consumo superior al de la renta disponible.
Según datos del banco de España, un 59% de los españoles no cuentan con ningún producto de ahorro, y solo el 41% tiene al menos uno, lo que indica un problema de cultura de ahorro en el país, si lo comparamos con el resto de países europeos. Además, solo un 42% de los españoles han logrado mantener estables sus ahorros, mientras que el resto de ahorradores han tenido que reducirlos.
Un escaso 60% de los españoles logran ahorrar a final de mes, y las cantidades de ahorro promedio oscilan entre los 150 y 170 € por persona, resultado directo de la inflación, de los bajos salarios profesionales y de la desaceleración económica, con previsiones que apuntan a un crecimiento del PIB de un 1,8% en 2024 en el caso más optimista.